UN HÉROE IMAGINARIO
libro de relatos
Ópera MANUELA Y BOLÎVAR, versión de concierto
Como parte de la celebración de los 200 años de independencia, la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador presenta, luego de 16 años de su estreno, la ópera Manuela y Bolívar, de Diego Luzuriaga, en versión de concierto.
La obra es una reflexión sobre el amor y muerte de esta legendaria pareja de libertadores. Es una reflexión sobre la pasión que la quiteña y el caraqueño generaron el uno para el otro, y para la patria, y para la historia. También es un canto a Antonio José de Sucre, a Jonatás (la confidente de Manuela), y a José Palacios (el mayordomo de Bolívar).
El estreno de la ópera Manuela y Bolívar se realizó con enorme éxito el 13 de noviembre de 2006, en el Teatro Nacional Sucre, y fue la primera ópera ecuatoriana en ser escenificada. Julio Bueno era el director del Teatro Sucre, Javier Andrade fue el director escénico, Álvaro Manzano dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional con cantantes solistas y coros de la Fundación Teatro Nacional Sucre.
El 12 de Mayo, 2022, la versión de concierto fue presentada por primera vez en la Casa de la Música de Quito. Con María Isabel Albuja (Manuela), Marlon Valverde (Bolívar), María Fernanda Argotti (Jonatás), Diego Maldonado (Sucre) y Andrés Carrera (José Palacios). Yury Sobolev, director musical
Esther de Catacocha, musical
Óleo de Clare Doherty Luzuriaga
Un amor improbable, pero tan señalado como el mestizaje latinoamericano. Sucede en el siglo XVII, en Catacocha, ciudad alejada del centro, pero rica, donde tres culturas coexisten en el marco del yugo colonial español. Hay un precipicio, el Chiriculapo, desde donde se suicidan los enamorados no correspondidos y también los que huyen del trabajo forzado en las minas de oro. José es el usuario ideal. Esther quiere salvarlo... Cuento, libreto y música de Diego Luzuriaga. Debido a la pandemia, este musical no pudo estrenarse en el 2020, como estaba programado. Se espera suceda en el 2023.
CANTATA DEL PICHINKU, para coro y banda
Con motivo de los 200 años de la independencia, y con el auspicio del Consejo Provincial de Pichincha, la Cantata del Pichinku se estrenó el 22 de mayo 2022, en el Teatro Bolívar de Quito.
Con la ayuda de un gorrión —el Pichinku—, en esta cantata hacemos un recorrido por la provincia de Pichincha. Volamos al norte, al sur, al oriente, al occidente, visitando gentes y lugares, historias y leyendas de esta maravillosa región andina. El Pichinku no es historiador, no es cartógrafo, no es sociólogo ni antropólogo, él es un poeta observador, sensible y modesto, que siente empatía y orgullo por la gente de nuestra provincia. Él, un pájaro común y corriente —no cóndor, ni curiquingue, ni papagayo—, sin que nadie se percate de su presencia, ha sido siempre testigo de nuestros dramas, nuestras penurias, de nuestros éxtasis, y los ha hecho poesía y música. En 16 canciones, que estilísticamente toman mucho de la música tradicional andina, el Pichinku nos habla del volcán Pichincha —figura paterna común a todos nosotros—, nos habla de la llegada de los Incas y de los españoles, nos habla de los Yumbos, de Eugenio Espejo, de Tránsito Amaguaña. Nos habla del gran Caspicara, de las modestas pero imprescindibles bandas de pueblo, nos habla de la paz, de la guerra y de la lluvia, entre varios otros temas.
La cantata es estrenada por la banda y coros del Concejo Provincial de Pichincha. Wilson Haro, director de la banda, ha hecho su adaptación instrumental a partir de las partituras originales de Diego Luzuriaga, autor de todos los textos y la música.
¿Por qué una cantata a la provincia de Pichincha? Luzuriaga se impuso un objetivo muy particular. Celebrar a las periferias, a los pueblos de provincia, las arquitecturas bajas, los caminos poco frecuentados, los quehaceres diarios de las gentes menos visibles. Elementos que en general no han sido objeto de grandes homenajes artísticos. Esta obra, si bien recuerda a algunos de nuestros hitos y personajes históricos clásicos, sobre todo canta al humano y a la cultura provinciana de todos los días. La obra, que dura 80 minutos, es un encargo del Consejo Provincial de Pichincha, que aceptó una iniciativa del maestro Wilson Haro.